¿Qué clase de nombre tenemos?

A lo largo de nuestra vida hemos oídos nombres muy variados y diferentes. Quizás nos hemos fijado en cómo suenan e incluso si este es el mismo que el de alguien célebre o famoso.

En algunas culturas, al escoger el nombre de un recién nacido, se da mucha importancia al significado que dicho nombre tiene, seguramente con el deseo de que este puede definir los actos y la personalidad de quien acaba de nacer.

Un proverbio bíblico dice: “Mejor es un buen nombre que el buen aceite, y el día de la muerte que el día en que uno nace”

Aparentemente estas palabras parecen contradictorias.

¿Cómo puede ser mejor un buen nombre que algo tan preciado paran nosotros como el aceite? ¿De qué modo es posible que “el día de la muerte sea mejor que el día en que uno nace”?

En tiempos antiguos el buen aceite se cotizaba a alto precio. Despedía una fragancia agradable. Por otro lado, a diferencia de un fallecimiento – que produce un profundo pesar, tristeza y soledad – todos celebramos con gozo y entusiasmo un nuevo nacimiento, una nueva vida.

Sin embargo, seguramente todos estamos de acuerdo si decimos que, cuando nacemos, todavía no hemos hecho nada con nuestra vida, ni bueno ni malo. Nuestro historial está totalmente en blanco, y no se sabe si en el transcurso de la vida tendremos buena o mala fama. Pero al usar la vida para servir y hacer más fácil la existencia de los demás, nos labramos una buena reputación, es decir, nos hacemos un buen nombre y sin miedo a equivocarnos se nos recordará por ello, incluso aún después de nuestra muerte.

Una buena reputación está muy relacionada con la clase de persona que intentamos ser, con cualidades preciosas como la generosidad, la humildad e incluso la justicia.

Un buen nombre, produce una agradable y duradera fragancia cuando este se menciona, incluso una mucho mejor que el de un aceite de calidad extra.

En realidad, es durante el derrotero completo de nuestra vida que el nombre de una persona asume verdadero significado y le identifica como la clase de persona que realmente es. Por decirlo de algún modo: alguien, al morir, logra que la buena reputación adquirida se selle y puede servir de inspiración y ejemplo para los demás.

La influencia de un buen nombre en otros sigue viva aún a pesar de uno estar muerto. El aprecio – la memoria del corazón – hará que este sea mencionado y considerado para querer vivir de igual modo.

Al asistir a un funeral o al estar presente en “la casa del duelo”, tomar en consideración lo que implica un buen nombre es sumamente importante, pues puede ayudarnos a meditar seriamente en cómo uno está llevando su vida.

Esa reflexión interior nos ayuda a tomar mayor conciencia de lo que implica ser persona, de lo que podemos hacer para enriquecernos al encontrar maneras de hacer cosas que enriquezcan la vida de los demás.

Ahora bien, labrarse un buen nombre no es lo mismo que perseguir a toda costa el reconocimiento de los demás, tratando de “ser alguien”.

El famoso escritor Antonio Gala – en su obra “La casa sosegada” – dijo lo siguiente: “Sacrificamos con tal de ser alguien, años y años para lograr un título, un coche, una vivienda un estatus…a ser el mejor: a llegar el primero (sin nadie al lado, aplazas las constantes tareas de la amistad, las bruscas y absorbentes tareas del amor)…Por ser alguien en el reparto, perdimos la posibilidad de ser nosotros y era justamente eso en lo que nuestra vida consistía. Para tal fin preciso nos la dieron”

En esta misma línea de pensamiento y de forma sucinta, un proverbio bíblico dice: “ser respetado es mejor que tener plata u oro”.

Y es que el respeto no es algo que se deba exigir para tratar de “ser alguien”, ni depende de posesiones o privilegios, sino que se gana como consecuencia de tener una buena reputación.

Probablemente sea difícil que alguien muera por un hombre justo; pero tal vez alguien esté dispuesto a morir por un hombre bueno, o incluso aún algo mucho mejor: vivir con el deseo de dejar algo valioso a las generaciones que nos siguen, dejar un legado, un buen nombre, la buena reputación que se formando por nuestras buenas acciones.

Para la próxima ocasión hablaremos sobre el matrimonio y qué dos cualidades garantizan una unión permanente y feliz.

Mientras tanto, aprovechamos la ocasión para enviarnos nuestros saludos junto con nuestros mejores deseos.