Impresiona pensar cómo es posible que un virus, el covid19, haya puesto en jaque la economía mundial, así como la eficiencia de nuestro sistema sanitario.

Por otro lado, esta pandemia no solo se ha limitado a amenazar nuestra salud y posesiones, sino también la estabilidad de muchos matrimonios.

¿Por qué decimos esto?

En España, antes del confinamiento, 6 de cada 10 matrimonios acaban en divorcio. Sin embargo, es interesante notar que la Asociación Española de Abogados de Familia (AEAFA) ha detectado un aumento de las consultas para divorciarse a raíz del confinamiento por el estado de alarma.

Lamentablemente, como consecuencia del covid-19, el aumento de peticiones de divorcio ha ido en aumento. Mientras que para algunos el hogar ha sido un refugio – la bendición de pasar más tiempo juntos como pareja – lo que sin duda ha fortalecido los vínculos afectivos; para otros, su casa se ha convertido en una jaula, un lugar donde uno de los cónyuges e incluso ambos se sienten atrapados por la desilusión de vivir en un matrimonio sin amor.

Es probable que antes del confinamiento, muchos matrimonios – inmersos en el ritmo de la vida – se hayan acostumbrado a que el trato entre ellos fuese escaso, quizás, limitándose a hablar lo necesario e intercambiando alguna frase que les hacía parecerse más a compañeros de piso que a cónyuges.

Un matrimonio que tenía problemas conyugales reconoció: “¡Pasábamos más tiempo tirando la basura que hablando entre nosotros!”. Calcularon durante la semana cuánto tiempo dedicaban a bajar a la calle y tirar al contenedor la basura. ¿El resultado? Les tomaba unos treinta y cinco minutos, es decir, unos cinco minutos diarios. ¡No podían creerlo! El esposo añadió: “Nos engañaríamos si pensáramos que bastan cinco minutos al día para sustentar el matrimonio”.

Para muchas parejas, se perdieron aquellos momentos de diálogos francos y con sentido que se tenían durante el noviazgo. En definitiva, cayeron en la rutina de “oír sin escuchar y hablar sin comunicarse”. El no dedicarse tiempo como pareja, hace que algunos cónyuges sientan dentro de su matrimonio la sensación de estar siendo arrastrados hacia un torbellino de desengaño y distanciamiento.

Y, ¿qué pasó durante el confinamiento?

Como dijo la psicóloga Úrsula Perona: “El confinamiento nos ha enfrentado a la realidad de nuestra pareja”

Durante el confinamiento ha habido una convivencia real, la cual, ha sacado a relucir las diferencias que ya se tenían. Se pasó de ver de refilón a nuestro cónyuge a estar juntos las 24 horas del día. Los malentendidos generaron peleas y ataques verbales, discusiones continuas que al final llevaron a ambos a refugiarse en un muro de silencio.

¿Qué puede ayudar a los matrimonios a recuperar el amor del principio? ¿Dónde está la clave para convertir nuestra relación en un refugio y no en una jaula?

Hace más de 3.000 mil años, bajo inspiración, un sabio escribió el siguiente principio: “Para todo hay un tiempo determinado; un tiempo para quedarse callado y un tiempo para hablar”

Así es, si queremos fortalecer nuestro matrimonio, es TIEMPO DE HABLAR, es decir, de fortalecer el matrimonio mediante una buena comunicación.

Hay que reconocer que la forma de comunicarse del hombre y la mujer es diferente. Normalmente, a las mujeres les gusta hablar de sus sentimientos, de las personas y de las relaciones humanas. Prefieren explicar todo el problema antes de escuchar una solución. De hecho, en ocasiones hablar es la solución, pues al escucharse a sí mismas, colocan sus ideas y sentimientos.

Por el contrario, muchos hombres están menos dispuestos a hablar de sus sentimientos; normalmente preferimos conversar sobre problemas y soluciones, actividades como el trabajo o la recreación. En la mayoría de los casos, poder solucionar algo nos hace sentir útiles, es la manera de demostrarle a nuestra esposa que estamos ahí para ayudarla.

Sin embargo, en una buena comunicación, la comprensión debe preceder al consejo.

Dicho de otro modo, aunque tomar la iniciativa y buscar el “tiempo para hablar” es loable, en una conversación también es necesario – como decía el consejo inspirado citado anteriormente – obrar con discernimiento para saber cuándo es TIEMPO DE QUEDARSE CALLADO, y escuchar con interés.

En la mayoría de las ocasiones, permitir a tu cónyuge que exprese sus sentimientos sin interrupciones es lo mejor.

De modo que cuando tu esposa te cuente un problema, resiste la tentación de darle un consejo si no te lo ha pedido. Quizás lo único que necesite saber es que se la comprende y que estás de su parte, que tiene a su lado un oído atento y comprensivo que le escucha.

Además de una buena comunicación verbal, muchas parejas encuentran otras formas de comunicarse efectivas, como enviar un mensaje de texto para decirle que le echa de menos o para preguntarle cómo le va. Una dulce caricia y una sonrisa cariñosa le dicen más a una mujer, que las palabras te quiero.

Todas esas acciones de parte de él o de ella ayudan a ambos a sentirse apreciados y necesitados.

Así es, ahora es TIEMPO DE HABLAR, para que mediante una buena comunicación logremos que nuestro matrimonio sea una fuente de ánimo, un refugio donde querer permanecer con nuestro mejor amigo o amiga, nuestro cónyuge.

Sin embargo, hay que reconocer que el que dos personas se amen, no significa que siempre vayan a estar de acuerdo en todo.

Por eso, ¿qué se puede hacer para evitar que las diferencias de opinión abran una brecha en la relación? ¿Cómo hablar sin herir? ¿Cómo llegar a acuerdos?

Hay dos ingredientes fundamentales que contribuirán a que obtengamos el mejor de los resultados, estos son: el respeto y el perdón.

Hablaremos de ello, la próxima semana.

Desde ASACOVID, aprovechamos para desearos una muy buena semana, al tiempo que os enviamos nuestros afectuosos saludos.

¡Hasta la semana que viene!