Seguramente en más de una ocasión hemos oído aquello de: “Piensa mal y acertarás”.

Este refrán propone la idea de que para evitar desilusiones es mejor suponer lo peor, que se mire con desconfianza lo que parece amable y así estar protegido ante una posible desilusión por algo que de forma inesperada parece bondadoso.

Ahora bien, ¿es realista esa forma de pensar?

A algunos les parece que sí. Los descalabros recibidos a lo largo de la vida han hecho que se mande al “banquillo de los acusados” a todo aquello que parece demasiado bueno como para creerlo. Por otro lado, los problemas diarios producen tanta angustia que pueden marcar en nosotros la tendencia negativa a siempre esperar que suceda lo peor.

Ante estas circunstancias, ¿sería entonces realista decir “Piensa bien y acertarás”?

Alguien muy sabio, a saber, el rey Salomón, dijo bajo inspiración: “Cuando la sabiduría entre en tu corazón y el conocimiento se convierta en algo agradable para tu alma, la capacidad de pensar velará por ti y el discernimiento te protegerá”

Así es, la “capacidad de pensar” está muy relacionada con “pensar bien” y “acertar”.

Pero…, ¿qué es la capacidad de pensar?

Básicamente consiste en dar una consideración seria y juiciosa a un asunto con conocimiento de causa. Está muy relacionada con el discernimiento, es decir, con la capacidad de ver más allá de lo simplemente aparente. Además, como dijo el sabio Salomón, “velará por ti”, es decir, puede actuar como un centinela que visualiza de antemano posibles peligros antes de que estos sucedan.

Dicha capacidad no se alimenta de desconfianza, prejuicio o sentimentalismo, sino más bien, trata de sopesar todas las opciones implicadas para llegar a una conclusión correcta y razonable.

Aplicar esta positiva y sencilla frase en nuestra vida genera mejores relaciones con los demás. Usar el “Piensa bien y acertarás” en nuestro trato con los demás nos lleva a esperar lo mejor de otros sin ser demasiado ingenuos o cándidos. Por lo contrario, aplicar el “Piensa mal y acertarás”, sería como mirar con sospecha a todos aquellos que no cumplen con nuestras exigencias o expectativas, al grado de quizás hacer que estos vivan en nuestra cabeza en algo así como una “prisión mental”, donde el espacio que les otorgamos es reducido como el de una estrecha celda, haciéndoles sentir en nuestro trato que disponen de poca libertad de movimiento.

Otro ámbito donde merece la pena usar nuestra “capacidad de pensar” tiene que ver con nuestra inquietud a lo que pueda suceder mañana.

Ni que decir tiene que vivimos en medio de “tiempos críticos y difíciles de soportar”. Posiblemente, ahora mismo no nos resulte fácil imaginar un mundo con mejores condiciones e incluso cuando pensamos en nuestros problemas – el pago del alquiler o la hipoteca, la escolarización de mis hijos, así como mantener un trabajo digno – es común que poco a poco el temor a la incertidumbre o el miedo a qué pasará nos gane terreno y provoque en nosotros angustia y ansiedad.

Ante tal circunstancia, la preguntaría ahora sería, ¿y cómo podemos aplicar en este aspecto el “Piensa bien y acertarás?

Alguien con mayor sabiduría que Salomón y considerado el Gran Maestro dijo algo muy sencillo y acertado: “Nunca se angustien por el día siguiente, porque el día siguiente traerá sus propias inquietudes”

Si bien es cierto que preocuparse por nuestras necesidades y por el bienestar de las personas a las que queremos es normal, “vivir bajo suspense”, preocupándonos en exceso y de forma desmedida por lo problemas venideros puede aumentar nuestra ansiedad, al grado de que un temor por el mañana nos robe la alegría de vivir.

No dejar de preocuparse y no parar de darle vueltas a la cabeza, pensando en aquellas cosas a las que no tenemos ningún control sería como si uno pensara que por “mecerse” durante horas en una mecedora va a llegar muy lejos. De seguro, lo único que conseguirá será cansarse.

La idea no es que al encarar nuestros problemas debamos de ser pasivos, sino la necesidad de evitar preocuparnos demasiado por cosas que todavía no han sucedido y probablemente nunca sucedan. Es mucho mejor seguir el consejo de ocuparnos de los problemas de “cada día” según lleguen y tratar de hacer lo que podamos por solucionarlos.

Por lo tanto, recuerda: “Piensa bien y…. ¡ACERTARÁS!”

Sin embargo, hay que reconocer que en ocasiones experimentamos situaciones que nos afectan más de lo que esperábamos y que se alargan en el tiempo haciéndonos sentir tristes.

La próxima ocasión en “ÁNIMO PARA LLEVAR” se hablará de un tema interesante: “Cuando la tristeza no se va”

Mientras tanto os deseamos un buen comienzo de semana y mucho ánimo.

¡Hasta pronto!