“Si hay algo que pueda hacer…, ya sabes, ¡avísame!”

Seguramente en algún momento, muchos de nosotros hemos dicho algo parecido a nuestro amigo o familiar que acaba de perder a un ser querido. Ni que decir tiene que cuando decimos algo así, lo decimos de corazón y estaríamos dispuestos a hacer cualquier cosa con tal de ayudar al doliente a mitigar su dolor. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones, lo cierto es que, es muy improbable que el doliente nos diga algo como…, “pues mira, ya que lo dices, he estado pensando en algo en lo que sí me puedes ayudar”.

Si queremos ayudar y consolar de verdad a quien está de duelo, no podemos esperar a que dicha persona acuda a nosotros. Es obvio que tenemos que tomar la iniciativa y seguro que así encontraremos “algo” que hacer o decir por nosotros mismos, lo cual contribuirá al consuelo del doliente.

Un proverbio dice: “¡Qué buena es la palabra dicha en el momento oportuno!”

A la hora de ser una fuente de ánimo y apoyo para el doliente, conviene saber lo que se debe decir y hacer,  pero también lo que no se debe decir ni hacer.

¿Qué cosas deberíamos evitar decir?

“Es mejor que haya sido así”

Tratar de ver algo positivo en la muerte raras veces aporta consuelo a las personas abatidas que están de duelo.

Seguramente y con toda nuestra buena intención hemos dicho: ‘Ya ha dejado de sufrir’, o: ‘Por lo menos está en paz’, especialmente si la persona antes de fallecer padecía una enfermedad grave y dolorosa. Pero eso es probablemente lo que el doliente no quiere oír. Tales comentarios pueden dar a entender que no deberían estar tan tristes o que la pérdida no fue significativa. En realidad, es posible que estén muy acongojados porque echan mucho de menos a su ser querido.

‘Sé cómo te sientes’

¿De verdad lo sabes? ¿Cómo podríamos comprender, por ejemplo, lo que sienten unos padres cuando muere un hijo si nosotros no hemos experimentado esa misma pérdida? E incluso si hubiéramos experimentado algo parecido, es bueno tener en cuenta que no todo el mundo reacciona igual que nosotros. Por eso algunos prefieren decir: “Trato de ponerme en tu lugar, y me duele que esto haya pasado”.

Algo que quizás pueda servir de ayuda – si hemos pasado por una experiencia similar – es explicar a la persona qué fue lo que nos ayudó a recuperarnos y ahora permitir que el doliente saque sus propias conclusiones.

Por supuesto, no queremos caer en el error de mantenernos alejados del doliente por miedo a meter la pata o por no saber qué decir. Por otro lado, quizás pensemos que lo que el doliente necesita es estar a solas y vivir el dolor de la pérdida en intimidad. Aunque es bueno que respetemos los deseos del doliente, tenemos que ejercer buen juicio y equilibrio para que el doliente no se sienta solo durante un período prolongado y se avive aún más su pena.

Normalmente, las acciones y palabras más afectuosas son por lo general las más sencillas.

ACCIONES QUE PODEMOS TRATAR DE HACER

Escúchale

Una de las principales ayudas que le podemos dar al doliente es compartir su pena escuchándolo. Quizás él necesite hablar de la persona querida que ha fallecido, del accidente o la enfermedad que causó su muerte, o de sus sentimientos. Así que preguntémosle: “¿Te gustaría hablar de ello?”. Y ahora dejemos que él o ella decida

Escuchemos paciente y compasivamente a las personas desconsoladas sin pensar que tenemos que darles respuestas o soluciones. Luchemos contra la tendencia de decir al doliente cómo debe de sentirse, evitando corregir sus emociones. Simplemente dejemos que expresen lo que quieran y confirmémosles nuestro cariño y respeto al escucharles de verdad.

Ofrécete

Normalmente, después de los primeros días del fallecimiento, muchos son los familiares y amigos que están presentes. Ahora bien, ¿qué sucede cuando han pasado meses y todos ellos vuelven a sus actividades diarias? Es fácil que el doliente se sienta muy solo. Son en esos momentos donde se agradece que nos pongamos a su disposición. Trata de estar lo máximo posible con el doliente, es decir, de “estar ahí” e intentar en la medida de lo posible llenar ese vacío que siente.

En los años subsiguientes a la pérdida del ser querido, el doliente puede experimentar mucha angustia al llegar la fecha de aniversarios como el de bodas o el del fallecimiento.

Una sugerencia: ¿Por qué no marcas tales fechas en tu calendario a fin de que, llegado el momento, te acuerdes de ponerte a su disposición y así darle apoyo moral y emocional?

PALABRAS QUE PODEMOS TRATAR DE DECIR

Tranquilízale

Asegúrales que ellos hicieron cuanto estuvo a su alcance (o cualquier otra cosa que sea cierta y constructiva). Cálmalos diciéndoles que lo que sienten —tristeza, ira, culpa o cualquier otro sentimiento— seguramente es normal. Háblales de personas que tu conoces y que hayan logrado sobreponerse a una pérdida similar a la de ellos.

Escríbele una carta: 

Como dijimos antes, es verdad que no siempre es fácil saber qué decir en un momento así, especialmente en el tanatorio o el día del funeral.

Pero ¿por qué no escribir una carta de pésame o tarjeta de condolencia?

La ventaja es que además de permitirnos escoger con calma qué palabras vamos a usar, puede suponer también toda una fuente de consuelo para el doliente, porque al darle una carta o tarjeta le permite “leerla y releerla”.

Es verdad que una tarjeta o carta puede componerse solo de unas pocas palabras, pero lo más importante es que estas se han escrito con el corazón.

En ella se puedes decirle al doliente lo mucho que le quieres y que guardas gratos recuerdos del difunto, o puedes explicarle como el ejemplo de la persona fallecida influyó en tu propia vida.

Otros han visto muy animador – especialmente si el doliente es creyente – escribir algún texto bíblico que destaca la esperanza que Dios ofrece a la humanidad para el futuro como, por ejemplo, las palabras del libro bíblico de Apocalipsis 21:4 que dicen: “Y les secará toda lágrima de sus ojos, y la muerte ya no existirá, ni habrá más tristeza ni llanto ni dolor. Las cosas anteriores han desaparecido”

Dichas palabras, recuerdan al doliente que la muerte no es el fin de todo, pues la esperanza de la resurrección puede hacerle ver que, la muerte no es un “punto y aparte” sino más bien “un punto y seguido”. Y que muy pronto, la tristeza y el dolor de su corazón desaparecerán cuando dicha esperanza se convierta en realidad.

En conclusión, ¿recuerdas la frase: “Si hay algo que pueda hacer…, ya sabes, ¡avísame!”?

Siempre podremos hacer algo por el doliente para consolarle, a saber, “llorar con los que lloran” y confirmarles que cuenta con nuestro apoyo, amor y cariño.

La semana que viene hablaremos de otro tema: “Afrontemos con valentía los golpes de la vida”

Mientras tanto, deseamos que recibáis nuestro cariño junto con nuestros mejores deseos.

¡Hasta pronto!