En tiempos antiguos, los marineros arrojaban el ancla del barco cuando les azotaba una tempestad. Si el ancla se agarraba al fondo del mar, ayudaría al barco a aguantar la tormenta sin sufrir muchos daños, en lugar de ser arrastrado hacia la costa y estrellarse con las rocas.
De igual modo, la esperanza, puede ayudarnos a mantener la estabilidad mental, emocional y espiritual ante situaciones tormentosas, que sin duda llegarán.
Como dice el título para hoy: LA ESPERAZA, “EL ANCLA DEL ALMA”
Sin embargo, la verdadera esperanza es muy superior a simplemente ver la vida con optimismo.
Seguramente en ocasiones hemos oído aquello de “la esperanza es lo último que se pierde”.
¿Qué significa?
Significa que muchas personas conservan el optimismo aun cuando no haya verdadero motivo para ello, pensando quizás que podrán conseguir lo que quieran simplemente manteniendo un buen carácter. Pero lo cierto es que en ocasiones vemos como se apagan nuestras más brillantes ilusiones con baldes de cruda realidad, haciendo que esa esperanza poco a poco se empañe o se convierta en una idealización vaga.
Ahora bien, la verdadera esperanza es muy diferente. El siguiente ejemplo así lo ilustra:
“Había dos familias muy pobres. Llovía a cántaros, y los techos de ambas casas tenían goteras. Al día siguiente, ambas familias subieron al tejado para repararlo. Curiosamente, a una familia se la veía muy triste y se quejaba mucho de las goteras, mientras que a la otra se la veía contenta y feliz reparando el techo. ¿Por qué eran tan diferentes estas familias?”. En el caso de la segunda familia, estaba muy contenta porque acababa de recibir del ayuntamiento una carta certificada y firmada por el propio alcalde, dónde se le decía que pronto recibiría una nueva casa. Por lo tanto, tenía esperanza. ¡Esa era la diferencia!”
Al igual que esas dos familias, la mayoría de nosotros hemos tenido que capear el temporal de la vida: problemas de salud y económicos, presiones familiares y un sinfín de otras dificultades e injusticias. Normalmente esos problemas resultan tan difíciles de solucionar como lo sería evitar que una tormenta pasara por nuestra casa.
No obstante, la verdadera esperanza, nos ayuda a ver los problemas con fecha de caducidad.
Esta clase de esperanza no nace de los deseos, sino del conocimiento.
Es firme y segura cuando está bien asentada por pruebas sólidas y de peso, como el de un ancla.
Llegados a este punto, la pregunta es: y… ¿cuál es “el ancla de mi alma?
Algunos han basado su esperanza en obtener una educación superior, en aumentar la cuantía del dinero de su cuenta bancaria e incluso en residir en una vivienda llena de lujos y detalles. Pero lamentablemente, cuando pasó por encima de ellos la tormenta de la vida, descubrieron impotentes, que su “ancla” no era tan firme ni segura como parecía, pues no tenía el suficiente peso como para aferrarse a lo profundo, dándose cuenta de que las cosas materiales de repente desaparecen o aquello por lo que uno tanto luchó al final, con el tiempo se puede convertir en algo superficial y vano.
Por lo tanto, merece la pena que nos preguntemos….
¿Es de veras posible obtener una esperanza tan segura como un ancla, de modo que pueda ayudarnos a superar dificultades económicas, enfermedades físicas o emocionales, o cualesquiera otras “tormentas” que nos sobrevengan en la vida?
Cada vez son más las personas que encuentran en los asuntos espirituales una fuente de ánimo y fortaleza, tomando así mayor conciencia en satisfacer esa necesidad inherente en el ser humano.
De hecho, muchas personas se quedan impresionadas de las sobresalientes promesas y profecías futuras que por ejemplo contiene la Biblia, una obra a la que también se le llama “el libro de la esperanza”.
Sin lugar a duda, a leer de ella, no solo satisfacemos nuestras necesidades espirituales, sino que, además aumentarán nuestras razones para tener esperanza, pues este mismo libro dice: “Todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas para nuestra instrucción, para que mediante nuestro aguante y mediante el consuelo de las Escrituras tengamos esperanza”
Deseando que estas palabras hayan servido de estímulo y fortaleza para seguir afrontando los problemas de la actualidad, aprovechamos la ocasión para enviaros nuestros saludos junto con nuestros mejores deseos.
La siguiente carta de “Ánimo para llevar” hablará de la importancia de ser agradecidos y cómo luchar contra la falta de gratitud.