EL DINERO…, el dinero no es malo, pues cumple una buena función cuando se emplea adecuadamente. Todos reconocemos que, en este mundo moderno, sería difícil vivir sin dinero, sin embargo, este puede ser muy engañoso.
Existe el peligro de adoptar una opinión distorsionada y poco realista sobre su valor.
Tiene el poder de hacerle creer a la gente que puede comprar la felicidad y la seguridad, que es la única manera de disfrutar de la vida y de garantizar un futuro prometedor y tranquilo. De ahí que muchos, han caído – lamentablemente – en la trampa de dejarse seducir por el poder engañoso de las riquezas, al grado de llegar a “amar el dinero”, entregándose con afán al deseo insaciable de acumular más y más posesiones, sin detenerse a pensar que la moneda que se usa para comprar dinero en realidad, es nuestro tiempo, el cual, en buena parte, le pertenece a nuestra familia, amigos e incluso salud.
La siguiente historia, relatada por un campesino de edad avanzada de Benín (África occidental), refleja muy bien este hecho:
“En cierta ocasión, un pescador regresaba a su casa en su piragua, cuando se encontró con un extranjero experto en finanzas. El experto le preguntó por qué volvía tan temprano, a lo que el pescador respondió que ya había pescado lo suficiente para mantener a su familia.
—¿Y qué hace usted con el tiempo que le sobra? —preguntó el experto.
—Bueno, juego con mis hijos, me echo la siesta cuando hace calor, escucho música con mis amigos y por la noche cenamos juntos en familia.
—Verá —lo interrumpió el experto—, me gustaría ayudarlo. Usted debería quedarse más tiempo pescando. Así ganaría más y no tardaría demasiado en poder comprar un bote mucho más grande que esta piragua. Así ganaría aún más, de modo que pronto podría tener toda una flota de barcas pesqueras.
— ¿Y entonces qué? —preguntó el pescador.
—Entonces, en vez de vender el pescado a un intermediario, usted podría tratar directamente con la fábrica, o hasta abrir su propia factoría. Incluso podría pensar en que su negocio comenzara a cotizar en la bolsa y hacerse millonario.
—¿Y cuánto tiempo tomaría todo eso?
—Unos quince o veinte años.
—¿Y entonces qué?
—Entonces es cuando la vida se pone interesante —Podrá retirarse, dejar atrás toda la agitación y el ajetreo, y mudarse a algún pueblo apartado.
—¿Y entonces qué? —repite el pescador.
—Entonces tendrá tiempo para jugar con sus hijos, echarse una siesta cuando haga calor, escuchar música con sus amigos y cenar con su familia”
¿Cuál es la lección?
Si queremos protegernos del poder engañoso del dinero, es importante sentirnos satisfechos no solo con los bienes materiales que tenemos, sino también con nuestras circunstancias. Tanto la riqueza extrema como las graves penurias económicas ponen a prueba nuestras prioridades.
Por otro lado, tratar de vivir por encima de nuestras posibilidades, reduce nuestra alegría de vivir y hace que aumente nuestra preocupación por cuidar o mantener nuestras posesiones. Además, confiar en nuestros ahorros, inversiones o habilidad para ganar dinero, puede hacernos perder el equilibrio y llevarnos a la frustración.
Sin embargo, tener una vida sencilla y trabajar para vivir, en vez de vivir para trabajar, nos ayuda a asegurarnos de lo más importante.
Cuanto más sencilla es tu vida, más fácil es mantener tu equilibrio, porque no tienes que hacer malabares.
Algunos esposos pasan mucho tiempo trabajando, incluso siguen haciéndolo cuando llegan a casa. Sin embargo, no “dejar el trabajo” en el trabajo puede finalmente hacer que uno de los cónyuges sienta que está en un segundo lugar.
Si bien es cierto que es bueno que seamos persona laboriosas – pues nos da sentido de logro y fortalece nuestro amor propio – no menos cierto es que un enfoque distorsionado del poder del dinero producirá seguro malas consecuencias.
El libro bíblico de Eclesiastés dice: “Porque la sabiduría es una protección igual que el dinero es una protección. Pero esta es la ventaja del conocimiento: la sabiduría conserva la vida de su dueño”
Hay que reconocer que el dinero “resuelve muchos problemas”, o como dice el Autor del libro ya citado, es “una protección”, pues sirve para comprar cosas básicas como comida, ropa, medicamentos, tener un techo donde vivir, en general todo aquello que permite cuidar y proteger a la familia.
Sin embargo, para que el dinero realmente sea una protección, hay que acompañarlo de “sabiduría”, pues esta – que es muy superior al dinero – puede conseguir algo aún más valioso; algo que en muchas ocasiones el dinero en sí mismo no puede conseguir, a saber, “conservarnos la vida”.
Así es, usar sabiamente el dinero, con un buen criterio, siempre trae los mejores resultados; por el contrario, pensar que el dinero es la base de la felicidad o un mal uso del dinero puede acarrear dolor y daño a nuestras familias.
Por lo tanto, resolvámonos a ver el dinero en su justa medida y no permitamos que un concepto erróneo sobre su valor genere desestabilidad en el matrimonio o la familia. Actuemos con sabiduría a la hora de administrar bien el dinero, asegurémonos de qué es lo más importante y sobretodo, qué es lo realmente necesario.
De ese modo, el dinero será una protección y al obrar con sabiduría garantizaremos el verdadero éxito.
Para el próximo día, hablaremos de un tema que está afectando el ánimo de muchas personas – especialmente ahora en tiempos de pandemia – la falta de salud.
Cuando hacemos frente a una enfermedad es comprensible que alguien pueda sentirse triste y muy limitado.
¿Cómo puedes sobrellevar tu enfermedad?
Mientras piensas en una posible respuesta, te emplazo para la siguiente ocasión de ÁNIMO PARA LLEVAR.
¡Hasta pronto!