¿Qué es el amor?

Se ha dicho que es la mayor necesidad del ser humano.

Sin amor, el matrimonio, la familia o la amistad no subsistirían. Por lo tanto, es lógico que el amor sea esencial para nuestra salud mental y sobre todo para nuestra felicidad.

Aunque es el tema de innumerables conversaciones, libros, canciones y poemas, estos no siempre aclaran su sentido. De hecho, en ocasiones se abusa tanto del término, que parece que cada vez cuesta más determinar su verdadero significado.

Ahora bien, ¿de qué clase de amor estamos hablando?

No hablamos del amor romántico, que, por supuesto, también es importante, sino de un amor superior, uno que puede incluso conquistar lo que no es amable y que hace que mostremos interés sincero por el bienestar de los demás hasta el punto de sacrificarnos por ellos. Es un amor que se rige por principios, pero eso no significa que carezca de afecto y ternura.

Entonces, ¿Cómo definir esta clase de amor?

En realidad, es muy difícil definirlo solo con palabras, pues como dijo W.E. Vine “el amor solo puede conocerse a base de las acciones que provoca”, de modo que parece más fácil describir como se manifiesta esta cualidad que darle una definición.

El libro más traducido del mundo, a saber, la Biblia, hace una hermosa descripción del amor al decir: “El amor es paciente y bondadoso. El amor no es celoso. No presume, no es arrogante, no se porta de forma indecente, no busca sus propios intereses, no se irrita con facilidad. No lleva cuenta del daño. No se alegra por la injusticia, sino que se alegra con la verdad. Todo lo soporta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo aguanta. El amor nunca falla”

Así es, el amor “NUNCA FALLA”.

El amor siempre existirá. Es más, puede hacerse aún más fuerte con el paso del tiempo.

Está por encima de barreras, fronteras, distancias, problemas e ideologías…y como es paciente y bondadoso, no busca sus propios intereses, de modo que, las relaciones personales que se basan en esta clase de amor, son estables y felices, aún a pesar de las imperfecciones.

La pregunta es, ¿y es eso posible? ¿Se pueden pasar por alto los errores, las ofensas e imperfecciones de otros?

Cuando hablamos de “imperfecciones”, hay que reconocer que todos nosotros tenemos nuestro carácter y que en ocasiones es totalmente diferente al de otros. Nuestros antecedentes, las experiencias vividas, así como un sinfín de otros factores, en ocasiones, se combinan entre sí para finalmente desarrollar rasgos y tendencias en nuestra personalidad, a veces mejores y otras peores, de los cuales, incluso nosotros mismos nos damos cuenta que, necesitamos cambiar…y lamentablemente eso lleva tiempo.

De nuevo, el libro antes citado, a saber, la Biblia, ofrece este consejo: “El amor cubre una multitud de pecados”

Así es, el amor “cubre” o tapa la multitud de errores e imperfecciones que vemos en otros.

Por poner un ejemplo, piensa en lo siguiente:

Imagínate un paisaje, donde ves árboles frondosos, una hierba verde y sin embargo no es el paisaje perfecto, pues…, por un lado, vemos algunas latas tiradas que alguien sin querer olvidó recoger y un poco más allá algo de basura e incluso algunos escombros. Sin duda se podría mejorar ese paisaje, ¿no es cierto?

Pero imagínate que ahora vemos ese mismo paisaje después de una copiosa y abundante nevada, ¿cómo vemos ahora ese paisaje? Lo vemos precioso y perfecto. Sin embargo, ahí siguen estando las latas y los escombros. ¿Qué ha pasado? Que la nieve “cubre” todas esas imperfecciones, todo lo que nos parecía feo para ahora, permitirnos disfrutar de un bello paisaje.

Así funciona el amor cuando vemos las imperfecciones de los demás.

Si alguien tiene un defecto lo vemos, porque no somos ciegos y si alguien nos ofende, nos duele, porque no somos de piedra, pero al obrar con amor cubrimos esos defectos. Y no porque seamos inocentones o cándidos.

La triste realidad es que todos somos imperfectos y tarde o temprano los errores aflorarán como la mala hierba en un jardín por muy bien cuidado que esté. Todos tenemos una lucha contra la imperfección y no siempre ganamos la batalla.

¡Cuántas veces, si pudiéramos, volveríamos atrás y haríamos las cosas de modo distinto o nos morderíamos la lengua y no diríamos nada! Pero el problema es que no podemos cambiar nuestro pasado, no es posible volver atrás y a los demás les pasa lo mismo, aunque si podemos aprender de nuestros errores.

De modo que, al tratar con otros, no podemos esperar perfección en los demás, pues eso nos llevará a la decepción.

Pensemos que las imperfecciones de otros nos dan la oportunidad de demostrar nuestro amor, de sacar lo mejor de nosotros y es ahí cuando este se perfecciona. Es de esa manera cuando logramos que nuestro amor sea más grande que las imperfecciones de otros, cuando el amor es mayor que el defecto.

Nunca ha sucedido que al obrar con amor verdadero se haya empeorado una situación que ya era mala. El amor puede que no lo arregle todo, pero lo que está claro es que nunca lo estropea aún más, porque el amor….

EL AMOR NUNCA FALLA

La próxima semana, hablaremos de una cualidad muy importante y que puede protegernos en medio de esta pandemia.

¿A qué cualidad nos referimos?

A la prudencia.

Mientras tanto, aprovechamos la ocasión para mandaros nuestros saludos junto con nuestros mejores deseos.