Una mujer llamada Linda dijo: “Cuando me diagnosticaron cáncer de pulmón y de colon, fue como si me hubieran sentenciado a muerte. Pero, al llegar a casa, pensé: ‘Bueno, no es lo que esperaba, pero tengo que encontrar la manera de hacerle frente’”

Elise, otra mujer que afrontar una enfermedad nerviosa comentó: “En ocasiones, el dolor es tan intenso que he llegado a deprimirme. Muchas veces me he sentido sola y hasta he pensado en quitarme la vida”

Por último, Jorge, quien durante su juventud contrajo una enfermedad que avanzaba con rapidez mencionó lo siguiente: “No estaba preparado para afrontar los sentimientos que despertó en mí la enfermedad ni la vergüenza que esta me hacia pasar porque la gente me miraba. Al empeorar estado, pensaba en cómo cambiaría mi vida. Estaba hundido”

Al escuchar estos testimonios, podemos ver que las enfermedades no solo producen dolencias físicas, sino que también pueden desgastarnos emocionalmente y hacernos pensar que ya no somos útiles para nadie. Aunque los demás no sepan que estamos enfermos, tal vez nos sintamos desanimados porque no podemos hacer lo mismo que antes. En otras ocasiones las limitaciones que nos provoca la enfermedad se hacen tan evidentes para los que nos observan y conocen que quizás se desarrollen en nosotros sentimientos de vergüenza por solo hecho de que quizás ahora necesitamos ayuda.

Está claro que, mientras vivamos en este mundo y seamos imperfectos, tendremos que seguir luchando con las enfermedades.

Ahora bien, en esos momentos de angustia…

¿Hay algo que podamos hacer?

¿Dónde podemos encontrar el ánimo necesario para hacer frente a una enfermedad?

Si bien es cierto que para luchar con una enfermedad vamos a necesitar un tratamiento médico y medicación apropiada, no menos cierto es el papel tan relevante que tiene el ánimo para hacer frente a una enfermedad y a la hora de aprender a vivir con ella.

Hay un proverbio de la Biblia que justamente destaca esta idea al decir: “Un corazón alegre es una buena medicina, pero un espíritu aplastado te deja sin energías” (Proverbios 17:22)

¿Qué significan estas palabras?

Que ser positivo y optimista será de gran ayuda para mantener nuestro equilibrio emocional y a sobrellevar del mejor modo posible los problemas que genera una enfermedad y más aún si esta es grave.

De ahí la importancia de “concentrarse en lo que uno puede hacer” y no en lo que no puede controlar. Cuanto más nos adaptemos a la nueva situación, será mucho mejor. Además, ser positivo nos ayudará a poner en valor lo que hacemos dentro de nuestras circunstancias, sin compararnos con otros ni comparando la situación actual con la que teníamos antes.

Algo que también le da “alegría a nuestro corazón” y que a todas luces contribuye a sobrellevar mejor una enfermedad es cuando somos generosos, pues produce en nuestro interior la satisfacción que provoca el hacer algo bueno por alguien.

“Hay más felicidad en dar que en recibir”, dice un pensamiento bíblico. ¡Y qué ciertas son estas palabras!

Cuando una persona comparte sus habilidades, recursos y emociones para el bienestar de los demás, eso ayuda a que pensemos menos en nuestros problemas y aún no teniendo las mejores circunstancias, hace que seamos más felices.

Otra fuente de ánimo para sobrellevar una enfermedad es el amor y el apoyo de familiares y amigos.

Robert expresó la importancia de contar con el apoyo de familiares y amigos cuando dijo: “Es muy importante que tu familia te dé apoyo emocional, que esté a tu lado. Todos los días, me llama algún familiar para preguntarme cómo estoy. También recibo ánimo de amigos de otros lugares. Eso me hace sentir mejor y me ayuda a no rendirme”.

Si somos familiares o amigos de una persona que afronta una enfermedad, es muy importante que al visitarles sepamos escuchar.

Como dice este sabio principio, uno tiene que ser “presto en cuanto oír, lento en cuanto a hablar”

Es decir, cuando vayas a visitar a un amigo enfermo, escúchale con atención y trata de comprender cómo se siente. Antes de hablar, piensa bien lo que vas a decir, no vaya a ser que, sin quererlo, digas algo que hiera sus sentimientos. Sin embargo, eso no significa que por miedo a decir o hacer algo inapropiado sea mejor alejarse del amigo o familiar enfermo. Lo que verdaderamente debería preocuparnos en este caso es que, por miedo a cometer un error, le fallemos a un amigo o familiar cuando más falta le hacemos.

Por otro lado, tampoco te sientas en la obligación de ofrecer consejos. De seguro, la persona enferma no espera que tengas la solución a todos sus problemas ni la respuesta a todas sus preguntas. A veces, lo único que necesita es tener a su lado un oído amigo.

Es bueno permitir que el enfermo se desahogue, por lo tanto, evita interrumpirlo o restarle gravedad a su situación recurriendo a las típicas frases vacías como “imagino cómo te sientes” o “hay gente que está peor que tú”. Ese tipo de habla simplista raras veces consuela, todo lo contrario, hace que el enfermo se deprima aún más.

A este respecto, es interesante lo que dijo la psicóloga clínica Ana Katalifós: “Los pacientes deben poder hablar de su enfermedad cuando quieran y al ritmo que quieran”. Y aconseja: “Si quieren hablar, deje que elijan ellos el tema. Pero si no están de humor para conversar, tan solo siéntese a su lado. Algunas veces basta con tomarles de la mano para que se sientan mucho mejor. En otras ocasiones quizás solo precisen un hombro sobre el que llorar”.

Sin lugar a duda, la persona enferma quiere y necesita sentir que se preocupan por ella, la comprenden y la respetan. Por tanto, hazle saber que te importa lo que le pasa y que siempre podrá contar contigo. Una mujer llamada Rosemary, a quien le encontraron un tumor en la cabeza, dice: “Lo que de verdad me animaba era que mis amigos me dijeran que me querían y que estarían conmigo pasara lo que pasara”

Por último, algo que contribuirá a que podamos conservar la alegría a pesar de las circunstancias es siendo agradecidos.

Si constantemente, nos lamentamos por nuestra mala salud todos los días nos parecerán malos.

Debemos aprender a dar las gracias por las cosas buenas de la vida, aunque sean pequeñas. Una hermosa puesta de sol, una suave brisa o la sonrisa de un ser querido pueden enriquecer nuestra vida.

En conclusión, no son pocas las personas que afrontan serias dificultades cuando sobreviene una enfermedad, pero aún a pesar de eso, han encontrado la manera de sobrellevarlas.

Algunas de ellas confían en sus creencias religiosas, no pidiendo que Dios les cure, pero si pidiéndole en oración que les ayude a ser fuertes para sobrellevar la situación. Otros además de eso, valoran el cariño de familiares y amigos que les ayudan a ver que aún a pesar de tener una enfermedad grave vale la pena vivir.

Es verdad que hoy día no podemos esperar que nuestros problemas de salud desaparezcan milagrosamente, pero de lo que si estamos convencidos es que los principios y consejos considerados contribuirán en buena medida a que la situación sea más llevadera y animadora.

Ahora cambiemos de tema. En estos tiempos de pandemia afrontamos muchos desafíos. La pandemia no solo está afectando la salud pública sino también nuestra economía.

Para muchos llegar a fin de mes es todo un desafío. ¿Cuál podría ser la clave para salir airosos en medio de este enorme reto?

La clave está en ser diligente.

El próximo día hablaremos de esta importante cualidad con el siguiente tema:

“LOS PLANES DEL DILIGENTE”

Mientras tanto, aprovechamos la ocasión para extenderos un cordial saludo junto con nuestros deseos para que todo os vaya muy bien.

¡Hasta pronto!