La muerte es la pérdida más permanente y extrema que existe.
La pérdida de alguno de nuestros seres queridos, como padres, cónyuge, amigos y más aún la pérdida de un hijo es un trauma terrible, pues provoca sentimientos desgarradores que a menudo van acompañados de indignación, incredulidad, e incluso ira. El efecto de la muerte en aquellos que se quedan es devastador, nos hace sentir incompletos, despojados de aquellos a quienes amamos, hundidos en un profundo vacío de donde parece imposible poder salir.
Aunque la mayoría de nosotros tratamos de no pensar demasiado en la muerte, en ocasiones esta irrumpe en nuestra vida de forma repentina e inesperada. Un accidente, una enfermedad grave e incluso la edad avanzada, pueden ponernos súbitamente “cara a cara” con ella. También hay otros momentos, como cuando asistimos al funeral de un pariente o amigo, donde quizás nos venga a la mente el cruel y pasajero recordatorio del final que nos aguarda, al menos por el momento.
Por eso, si has perdido a un ser querido en la muerte, quizás te preguntes: “¿Por cuánto tiempo me seguiré sintiendo así? ¿Cómo hacer frente a los sentimientos y desafíos que provoca el duelo? ¿Podré volver a ser feliz algún día?”
Siendo realistas, nada eliminará totalmente tu dolor. Sin embargo, muchos de los que hemos perdido a un ser querido, podemos confirmar que, aún en medio de este “profundo pesar”, es posible, hasta cierto grado, aliviar nuestro dolor y obtener consuelo.
Para empezar, hay que decir que no hay una sola manera correcta de sobrellevar el duelo. La cultura, la personalidad, las experiencias en la vida e incluso la forma en que murió la persona pueden tener mucho que decir, de modo que, aunque en ocasiones se habla de las diferentes etapas del duelo, en realidad cada persona lo vive de un modo diferente.
En muchas ocasiones es difícil saber de antemano cuáles serán los sentimientos y desafíos a los que tendremos que hacer frente durante el duelo, sin embargo, hay sentimientos y desafíos que casi siempre aparecen. Veamos algunos:
Emociones descontroladas.
Es frecuente que quien están de duelo lloren, extrañen a la persona fallecida y tengan cambios repentinos de humor. Ciertos recuerdos y sueños pueden intensificar las emociones, produciendo confusión e incredulidad.
Una mujer llamada Tina, explicó como se sintió cuando su esposo murió de forma inesperada: “Me quedé paralizada. Al principio no podía ni llorar. Estaba tan angustiada que me costaba respirar. Simplemente, no podía creer lo que estaba pasando”.
Ataques de ansiedad, ira y sentimientos de culpa.
Es frecuente que en el corazón del doliente se acreciente un intenso sentimiento de culpabilidad, que le riñe y recrimina, planteando constantemente la duda de si se pudiera haber hecho algo más o si uno se portó todo lo bien que se debía con la persona fallecida. Otros le echan la culpa a Dios por haber permitido algo tan doloroso o piensan que es un castigo divino por ser mala persona.
Deseo de aislarse.
Quienes han perdido a un ser querido quizás se sientan molestos o incómodos al estar en compañía de otros e incluso a veces “fuera de lugar”. En ocasiones hasta puede ser difícil para ellos escuchar los comentarios de otros sobre lo bien que les va en la vida, aunque en el fondo se alegren por ellos. No es raro que, en esos momentos, uno no tenga ganas de escuchar a quienes se quejan de sus problemas cotidianos de la vida, pues seguramente para ti son cosas de poca importancia en comparación con tu dolor.
Teniendo en cuenta los desafíos emocionales y mentales que acabamos de mencionar y que por cierto…son totalmente normales, quizás parezca casi imposible el poder superar la muerte de un ser querido.
Bueno…, conviene recordar que el intenso dolor que ahora sientes no durará para siempre, pues con el tiempo irá disminuyendo. Eso no significa que uno se recupere por completo o que por sentirse mejor está olvidándose egoístamente de su ser querido. De hecho, es común que ese dolor vuelva a surgir inesperadamente debido a algunos recuerdos o ciertas fechas especiales. Sin embargo, es posible alcanzar cierto grado de equilibrio emocional e incluso lograr que la tristeza por la ausencia sea poco a poco sustituida por un sentimiento de orgullo y satisfacción al centrar los pensamientos en su legado, a saber, el buen nombre o reputación que el fallecido ha dejado durante su vida como ejemplo a imitar.
Una vez dicho esto, ¿hay alguna sugerencia que pudiera aliviar nuestro dolor y evitar que se prolongue demasiado? ¡Desde luego que sí!
Hay algunas sugerencias básicas que han resultado prácticas en muchos casos. Los especialistas en el duelo las citan con frecuencia, y reflejan la sabiduría eterna de un libro antiguo que ofrece consuelo, la Biblia.
Acepta el apoyo de familiares y amigos
Algunos especialistas creen que este es el factor más importante para sobrellevar el duelo. Aún así, es posible que a veces necesites estar solo y hasta te irrites con quienes intentan ayudarte. Esto es totalmente normal. De ahí la importancia de según tus necesidades, busca el equilibrio entre el tiempo que quieres estar acompañado y el que necesitas estar a solas.
El principio del libro de Eclesiastés 4:9,10 está en armonía con este pensamiento al decir: “Mejores son dos que uno […]. Pues si uno de ellos cae, el otro puede levantar a su socio”
No te apresures a tomar decisiones importantes
Muchos toman decisiones importantes al poco tiempo de perder a un ser querido y después se arrepienten. Si es posible, espera un tiempo razonable – un año o más – antes de cambiar de vivienda o de trabajo, o deshacerte de algunas de las pertenencias de la persona que ha fallecido.
El principio del libro de Proverbios 21:5, según la Traducción en lenguaje actual, dice: “Cuando las cosas se piensan bien, el resultado es provechoso. Cuando se hacen a la carrera, el resultado es desastroso”
No tengas miedo de manifestar lo que sientes
Puede que algunos se sientas obligados a reprimir sus sentimientos tras la muerte de su ser querido, quizás creyendo que inhibir el dolor es “propio de hombres”. Sin embargo, está demostrado que exteriorizar tus sentimientos te ayudará a sobreponerte. Tratar de ser una roca ante otros, de “hacerte el fuerte”, no necesariamente es beneficioso. Por el contrario, una expresión natural de las emociones, acompañada de comprensión y de información precisa, te permitirá ver tus sentimientos desde una perspectiva correcta. De modo que “si tienes ganas de llorar, llora. Desahógate”
Obviamente, no todo el mundo expresa el dolor de la misma forma, con todo, lo que parece seguro es que reprimir los sentimientos puede perjudicarte tanto física como emocionalmente.
El dramaturgo inglés William Shakespeare escribió algo parecido en Macbeth: “Dad palabras al dolor. La desgracia que no habla, murmura en el fondo del corazón, que no puede más, hasta que le quiebra” (Versión de Luis Astrana Marín)
El principio del libro de Eclesiastés 3:1,4 dice: “Para todo hay un tiempo determinado; […] un tiempo para llorar y un tiempo para reír; un tiempo para lamentarse y un tiempo para bailar”
Por su puesto, estas sugerencias no son las únicas que existen para aliviar tu dolor, pero si las pones en práctica, te será más fácil sobrellevar la pérdida de tu querido y te aportará cierto grado de alivio.
Hasta este momento hemos dirigido la atención en aquellos que han perdido a un ser querido en la muerte y qué es lo que pueden hacer para afrontar con ánimo esta situación.
Ahora bien, ¿qué podemos hacer nosotros por el doliente a fin de consolarlo? ¿Qué debemos evitar decir o hacer al que está de duelo?
Hablaremos de eso la próxima semana, con el título: “Llora con los que lloran”
Mientras tanto, deseamos que sigáis recibiendo mucho ánimo y consuelo todos aquellos que os encontráis en esta difícil situación y que esta información os siga dando fuerzas para seguir adelante.
Recibid nuestro apoyo y cariño junto con nuestros mejores deseos.
¡Hasta la semana que viene!