En nuestros días, de cuando en cuando, no es difícil encontrarse con personas arrogantes, llenas de orgullo y que solo se aman a sí mismas. Normalmente tienen un concepto muy elevado de sus opiniones, al grado de sentir que no necesitan recibir la opinión o ayuda de nadie.
Lamentablemente, dichas personas olvidan una gran verdad: “La Tierra gira alrededor del Sol, y no alrededor de uno mismo”
A diferencia de los que se sienten tan superiores a los demás, no son pocos los que en ocasiones se sienten inseguros en lo que tiene que ver con sus logros o aspecto; incluso en ocasiones temen no estar a la altura. Sobretodo al estar en grupo, uno pudiera acomplejarse al sentir un miedo atroz de quedar en ridículo si no logra agradar a los demás.
¿Te pasa en ocasiones a ti lo mismo?
Si es así, entonces es probable que lo que necesites sea aumentar un poco más tu autoestima.
Para aquellos que tienen un concepto muy bajo de sí mismos es fácil sentirse desanimado cuando ven sus defectos cara a cara. Llegan a ser para sí mismos como un juez severo e implacable, el cual no está dispuesto a pasar por alto ninguno de esos pequeños defectos ni a hacer las paces consigo mismo.
Un proverbio bíblico escrito en paráfrasis dice: “Cuando te muestras benigno, tu alma se vigoriza; tu crueldad, en cambio, te mata”
Por supuesto, estas palabras no quieren decir que uno deba cerrar los ojos a sus defectos sin importar cuáles sean. De hecho, hay que reconocer que, un grado de culpa proporcional al error cometido es saludable, pues nos hace más responsables y nos ayuda a cambiar para mejor.
Más bien, la idea que trasmite este pensamiento inspirado es que, si queremos mejorar la opinión que tenemos de nosotros, primero debemos de aprender a ser “benignos” con nosotros mismos – tratándonos con bondad, amabilidad y respeto – lo cual “vigoriza” nuestra autoestima. Ahora bien, ser cruel y rígido debido a nuestros defectos – reales o imaginarios – “mata” el amor propio.
El Gran Maestro enseñó un principio que es eterno: “Ama a tu prójimo como te amas a ti mismo”
Es curioso, pero aplicar este consejo, puede ayudarte a evaluar cuál es el grado de autoestima que tienes, es decir, el valor que le das a tu propia persona.
De acuerdo con este principio, la manera como tratas a los demás debería de ser un reflejo equitativo de la forma en que te tratas a ti mismo.
Por eso pregúntate: “¿Qué pasaría si tratara a los demás de la misma forma en que te tratas a ti mismo?”
Si tu manera de tratarte a ti mismo es poco amorosa, eso significaría que harías lo mismo con los demás y te quedarías sin amigos. Sin embargo, todos sabemos que a los amigos les gusta que les felicitemos y les tratemos bien. Pues bien, esa es la manera como deberíamos de aprender a tratarnos a nosotros mismos si queremos que aumente nuestra autoestima.
¿Qué cosas pueden contribuir a aumentar tu autoestima?
Hablemos de tres sugerencias:
- Busca buenos amigos:
Los amigos de verdad son aquellos que tienen un efecto positivo en ti y no dejan que te hundas. Si quien tienes a tu lado te rebaja para sentirse superior, entonces no es un buen amigo.
En la verdadera amistad, no hay ni rivalidad ni comparaciones.
El siguiente consejo inspirado es muy apropiado: “Que cada uno examine sus propias acciones, y entonces tendrá razones para alegrarse por lo que él mismo ha hecho, sin compararse con otra persona”
Muchas veces tenemos baja autoestima cuando comparamos nuestros puntos débiles con los puntos fuertes de otra persona. Pero es mucho mejor estar satisfechos con nuestras virtudes y esforzarnos por superar nuestros defectos.
Alguien dijo en cierta ocasión que “una persona grande es la que hace sentir a los demás que también pueden llegar a serlo”
Los buenos amigos hacen que uno se sienta valorado, nunca inferior. Por eso, asegúrate de que tus amigos te permitan ser tú mismo, sin que tengas que construir una fachada para que te acepten. Si te envuelves en actividades poco recomendables solo para caerles bien a los demás, lo único que conseguirás es sentirte rebajado y utilizado.
- “Hay más felicidad en dar que en recibir”
Haz cosas por otros. En realidad, cuando ayudas a otros, te ayudas a ti mismo.
Por eso dedica tiempo a pensar en los demás, en cuáles son sus necesidades en vez de centrarte en ti mismo. No ayudes a alguien tan solo para conseguir algo a cambio. Si tus motivos son egoístas tarde o temprano la gente se dará cuenta de que está fingiendo.
No se puede negar: uno se siente mucho mejor cuando ayuda a quien lo necesita.
- Sigue adelante a pesar de tus errores
Una cosa está clara: siempre habrá ocasiones en las que diremos o haremos algo que esté mal, pues somos imperfectos. Ahora bien, aunque es cierto que no siempre podremos evitar cometer errores, si podemos controlar cómo reaccionar a ellos y qué lecciones podemos aprender.
Puede que te cueste aceptarlo, pero de seguro que muchos ven en ti cualidades dignas de imitar, aunque tal vez ni siquiera tú sepas que las tienes.
¿Cambia en algo las cosas el hecho de que también tengas defectos? ¡En absoluto!
Pongamos una comparación. Si tuvieras un billete de 50 euros que está muy arrugado, ¿lo tirarías a la basura tan solo por eso? ¡Claro que no! Nuevo o arrugado, el billete no pierde su valor.
Disfruta de ser la persona que eres en vez de estar pensando constantemente en la clase de persona que te gustaría ser.
En conclusión: “Ama a tu prójimo como te amas a ti mismo”.
Aunque te creas insignificante, trata de verte con las lentes del amor. Si así lo haces, aumentarás tu autoestima y contribuirás a que la vida de los demás sea más feliz cuando sientan el mismo amor con el que tú mismo te tratas.
La semana que viene hablaremos de un tema interesante: EL PREJUICIO
Es fácil ver que otras personas tienen prejuicios, pero quizás se más difícil reconocer que nosotros también los tenemos. ¿Qué nos puede ayudar a tratar a todos por igual?
La semana que viene hablaremos de ello.
Mientras tanto aprovechamos para enviaros un cordial saludo junto con nuestros mejores deseos.