En el mundo hay millones de personas que padecen algún trastorno del estado de ánimo y de las emociones.
La mayoría de nosotros pasamos por rachas de tristeza y descontrol que remiten con el tiempo, tal vez al cabo de horas o días. Si bien es cierto que, en cierta medida, los vaivenes emocionales pueden terminar en algún momento, otros, sin embargo, viven en un constante estado de altibajos y cambios bruscos que les hacen sentir que viajan en un tren descontrolado, sin conocer ni cómo ni cuándo se bajarán, o si lograrán siquiera hacerlo.
Ni que decir tiene que este efecto es demoledor.
Como dijo Sheila, quien padeció contantes cambios en sus emociones y estado de ánimo dijo: “Te zarandea hasta lo más íntimo de tu ser y te mina la confianza, la autoestima y la capacidad de pensar con claridad y tomar decisiones, y cuando ha penetrado bien adentro, te da unos cuantos estrujones para ver si aguantas”.
¿Sientes que tu ánimo “sube y baja” como si fuera una montaña rusa?
Si es así, seguro que tendrás interés en la siguiente pregunta:
“¿Cómo puedo controlar mis emociones?”
DOS COSAS QUE PUEDES HACER
Habla con alguien
Un proverbio de la Biblia dice este sabio consejo: “Un compañero verdadero ama en todo tiempo, y es un hermano nacido para cuando hay angustia” (Proverbios 17:17)
Una joven llamada Yolanda encontró práctico este consejo. Dijo:
“Hay una amiga de la familia que es como una tía para mí. Siempre me escucha con atención y siento que puedo contarle cualquier cosa. Cuando lo que digo está bien, me dice que está orgullosa de mí; pero si estoy equivocada, me corrige de la mejor manera posible”
¿Cuál es la lección?
En vez de hablar solo con gente de tu edad —que quizás tienen los mismos altibajos que tú—, habla con uno de tus padres o con un adulto de confianza.
Escribe lo que sientes.
Un hombre de la antigüedad llamado Job, quien experimentó muchas dificultades en su vida y que estaba muy desanimado por tanto sufrimiento dijo: “Ciertamente daré salida a mi preocupación […]. ¡Hablaré, sí, en la amargura de mi alma!” (Job 10:1)
Además de hablar con alguien, otra forma de “dar salida” a las preocupaciones es poniendo por escrito nuestros sentimientos.
Una joven llamada Iliana dijo:
“Siempre llevo una libretita a todas partes. Cuando pasa algo que me hace sentir mal, lo pongo por escrito. Es una terapia perfecta para mí”
¿Qué podrías poner por escrito?
Escribe los siguientes 3 apartados:
1) ¿Cómo te sientes?
Cuando piensas en estas emociones: enojo, rencor, ansiedad, miedo, preocupación, desanimo, negatividad…, ¿cuál de estos sentimientos o emociones te resulta más difícil controlar?
2) ¿Por qué te sientes así?
Recuerda: para poder controlar las emociones, es importante que analices la situación por medio de preguntas como:
- ¿Qué siento exactamente y por qué me siento así?
- ¿Tengo razones para sentirme así o no será que estoy exagerando?
- ¿De verdad es para tanto?
- ¿Qué pensaría de alguien que reaccionara como yo?
- Ante esta situación, ¿que le gustaría que hicieras la personas que más te ama y valoras?
3) ¿Qué puedes hacer para sentirte mejor?
Ponte un ejemplo de alguna vez que no hayas podido controlar una emoción y piensa qué podrías haber hecho para controlar esa situación.
Elabórate un plan o estrategia: plantéate una situación que pudiera hacer que perdieras el control de tus emociones. Una vez que tienes clara cuál podría ser la emoción, trata de pensar cuál sería la peor reacción y cuál debería ser la mejor.
Deseamos que estas sugerencias te ayuden a manejar mejor tus emociones.
Es cierto que como humanos imperfectos no podemos lograr un equilibrio perfecto de nuestras emociones, pero si podemos lograr estabilidad a la hora de afrontar los retos y desafíos de la vida.
Algo que desde luego contribuye a la estabilidad de nuestras emociones es el amor.
Ahora bien, ¿cómo definirías la palabra AMOR? Y, ¿qué efecto puede tener en nuestro ánimo?
Hablaremos de ello la siguiente ocasión.
Mientras tanto, mucho ánimo y hasta pronto.