“Ante canas debes levantarte, y tienes que honrar a las personas mayores”
La Ley para el antiguo pueblo de Israel contenía este mandado. Se respetaba a las personas de edad avanzada por su experiencia, conocimiento y por la sabiduría que poseían. De este modo, se esperaba que los israelitas se levantaran ante los ancianos en señal de respeto y temor reverente.
Lamentablemente, en muchas culturas las personas de edad avanzada se han convertido en víctimas de maltrato y abandono.
Debido a que el egoísmo y la falta de cariño natural son características muy destacadas del mundo de hoy, no todas las personas mayores o enfermas reciben el apoyo moral y físico que tanto necesitan para afrontar los problemas con serenidad.
Algunas personas mayores pierden sus hogares y se ven obligadas a mudarse a ambientes extraños para ellas. La muerte le arrebata a su cónyuge, a sus familiares cercanos y a los amigos. La mala salud se convierte en uno de sus peores enemigos, que les limita y aísla. Desgraciadamente, algunos hijos abandonan a sus padres, retirándoles su apoyo y dejando que se las arreglen como puedan.
Alguien dijo en cierta ocasión que “el aprecio es la memoria del corazón”
¡Cuánto se pierde si no se aprecia el papel de los abuelos en la familia!
En cierta ocasión un nieto le dijo a su abuelo después de que este hombre terminara una larga estancia en el hospital: “¡Abuelito! ¿Dónde has estado?, ¡Te hemos echado de menos!”
Da gusto oír cosas así y ver a esos nietos que, siendo incluso mayores, siguen viendo con cariño a sus abuelos, pasando tiempo de calidad con ellos y escuchando sus recuerdos. No son pocos los nietos adultos que necesitan nuestra apoyo y consuelo cuando se enfrentan al trágico momento de ver cómo alguno de sus abuelos se ha dormido en la muerte.
En contraste, un proverbio bíblico dice: “No desprecies a tu madre tan solo porque ha envejecido”
¿Qué quieren decir estas palabras?
La siguiente conmovedora experiencia de una niña de Oriente Medio lo ilustra muy bien:
“Un día su abuelita estaba ayudando en la cocina, cuando por accidente, de repente se le cayó un plato de porcelana y se rompió. Ella se molestó consigo misma por su torpeza, pero lo peor fue que su hija se irritó aún más. Llamó enseguida a su hija pequeña – la niña de la que hablamos – y la envió a la tienda a comprar un plato irrompible de madera para la abuela. Para sorpresa de su madre, la niña regresó con dos platos de madera. De modo que su madre le preguntó: “¿Por qué compraste dos platos?” Titubeando la niña le contestó: “Uno es para abuelita y el otro es para cuando tú seas anciana”.
¡Qué impactante lección!
En vista de que en este mundo todos tenemos la perspectiva de envejecer, que bueno es que con las personas mayores apliquemos la famosa Regla de Oro de “haz lo que te gustaría que te hicieran”
Y es que, ¿no es cierto que todos agradeceríamos que se nos tratara con paciencia y bondad?
Las personas mayores necesitan sentirse “amadas y respetadas”, percibir que son útiles y que pueden hacer las cosas por sí mismas. En definitiva, sentir que son parte de una familia.
Tener esto presente, hace que los ancianos se sientes felices y que estén más interesados en participar en otras actividades diferentes a las rutinarias, a tener nuevas experiencias, lo cual les llevará a apreciar la vida y vivirla según sus posibilidades.
AISLADOS, PERO NO OLVIDADOS
Entre quienes necesitan y merecen atención amorosa se hallan nuestros queridos abuelos y personas de edad avanzada que viven en residencia de ancianos.
Si bien es cierto que en algunos países las familias tienen la costumbre de cuidar a los padres envejecidos en el hogar, en otros países muchas personas mayores suelen depender de los cuidados que se les proporcionan en las residencias de ancianos. Las razones pueden ser varias: quizás sea la propia persona la que desee vivir su vejez en una residencia para seguir teniendo independencia o incluso se haya tomado esa decisión consensuada como familia, nada fácil por cierto, viendo que es la mejor opción para garantizarle a la persona envejecida una mejor atención y cuidado. En el caso de otros, simplemente, no les ha quedado otro remedio.
Ahora bien, ¿qué problemas afrontan las personas que viven en residencias de ancianos? ¿Cómo pueden sobrellevar la situación?
Hay que reconocer que desde que comenzó la pandemia del coronavirus, muchos familiares y amigos se han visto limitados para visitar y atender a sus seres queridos que residen en tales centros. Muchos de estos centros han recurrido a la tecnología para que la comunicación entre familiar y residente continúe siendo efectiva.
Aunque en ocasiones apena mucho oír noticias sobre la falta de profesionalidad – incluso de malos tratos – por parte de algunos trabajadores de residencias, hay que decir que la gran mayoría de estos cuidadores demuestra que su interés por los ancianos que allí residen no está simplemente motivado por recibir un salario, sino más bien por sentir un “profundo respeto” hacia quienes han envejecido. Lo que hace realmente profesionales a tales trabajadores es la responsabilidad que estos sienten hacia tales personas para que reciban como poco un trato digno y cariñoso en este período difícil de su vida. Es por eso, que dichos profesionales merecen nuestro encomio, aunque lamentablemente en ocasiones se omita tal reconocimiento.
Dirigiendo de nuevo la atención a los mayores, hay que reconocer que lógicamente, el hecho de trasladarse a una residencia de ancianos puede estresarles o desorientarles por algún tiempo. En consecuencia, algunas se vuelven retraídas.
¿Qué pueden hacer la familia y los amigos por sus mayores que se acaban de trasladar a una residencia?
Visitarles tan pronto como se trasladen y confirmarles que van a contar con nuestro apoyo y cariño, no solo al principio sino durante toda su estancia en el centro, lo cual sin duda les ayudará a recuperar la paz interior y se sientan más contentos.
Quizás alguien piense que las visitas no sirven de nada si la persona mayor ha perdido parte de sus facultades mentales o de su audición, o tiene otros problemas que dificultan la comunicación. Pero recuerda: nuestra presencia es importante. Nuestros esfuerzos por seguir visitándola, sin importar lo difícil que resulte comunicarnos con ella – incluso por video conferencia – demostrará que seguimos llevando la delantera en mostrarle honra a nuestros queridos familiares y amigos envejecidos.
Hacer visitas regulares a nuestros mayores hará que el personal que allí trabaja vea que el residente, aunque “aislado” de su familia, especialmente ahora en tiempos de pandemia, “no está olvidado”.
Por otro lado, los cuidadores valorarán que se les demos las gracias por su labor y que nos ofrezcamos al preguntarles cómo ayudar. De ese modo se cultivará una buena relación entre los cuidadores y la familia, “haremos equipo”, lo que sin duda redundará en un mayor beneficio para el familiar envejecido que allí reside.
Además, hacer visitar regulares permite que podamos ver lo que nuestro amigo o familiar necesita y así poder tomar la iniciativa – con el permiso del personal – para satisfacer dichas necesidades.
Pensando en su bienestar, por ejemplo, podríamos poner fotos de seres queridos o dibujos hechos por niños que tal vez alegre su habitación. También llevarle una bata o algunos productos de higiene personal e incluso si la residencia tiene jardín, podríamos llevarlo allí para que tome un poco de aire fresco. Todas esas muestras que cariño harán que nuestros mayores que viven en residencias esperen con ilusión nuestras visitas semanales y se les “ilumine la mirada” anhelando que llegue ese día.
Sin embargo, hay algo que decir sobre esas visitas: al visitarles, no solos los beneficiamos a ellos sino también a nosotros mismos.
¿Por qué decimos eso?
Pongamos algún ejemplo: los mayores que viven en residencias nos enseñan la importancia del aguante y la perseverancia, pues vivir en un lugar que no es el tuyo y con personas de diferentes antecedentes no tiene que ser fácil. La supervisora de un centro canadiense para el cuidado de personas mayores o enfermas evaluó la situación en los siguientes términos: “Muchos de estos ancianos dejan un hogar encantador para venir aquí, donde solo tienen una cama y un armario. A su muerte, no queda más que una pequeña caja con todas sus pertenencias en este mundo”
Otra lección que recibimos de ellos es la importancia de disfrutar de cosas sencillas, que a menudo resulta fácil pasar por alto, como la sonrisa de un niño o una comida entre amigos. Así es. Los mayores nos recuerdan que debemos estar contentos con lo que tenemos, así como la importancia de establecer bien nuestras prioridades.
Nuestro apoyo servicial y amoroso les confirmará que nos los hemos olvidado.
HONREMOS LA CANICIE
En la sociedad actual existen la tendencia preocupante a sobrevalorar la buena forma física y la destreza atlética y a subestimar a los de edad avanzada.
Los dolores, los problemas de salud y otros factores de los que no tienen ninguna culpa son la causa de que las personas de pelo cano a veces estén desanimadas, limitadas e incluso irritables. Este hecho requiere comprensión y empatía de los demás miembros de la familia y también de la sociedad.
Como ya hemos dicho, la honra a nuestros mayores es una cuestión de aprecio, de no olvidar en nuestro corazón “cuál es la fuente de donde viene el agua que uno bebe”.
En vez de dejar aun lado a los mayores, debemos tenerlos en cuenta, pasar tiempo con ellos y valorar sus opiniones. Abrirles la puerta o cederles el asiento en un autobús o tren lleno son muestras de educación y cortesía que no carecen de valor, pero lo importante, lo verdaderamente importante es qué es lo que sentimos por ellos en nuestro corazón.
Nunca podremos prepararnos para la vejez, pues no fuimos creados con el propósito de envejecer y morir. Pero quizás, nuestro trato amable hacia ellos contribuya a que aprendan “saber envejecer”, es decir, a adaptarse a las nuevas circunstancias, a no vivir de recuerdos, sino seguir mirando hacia adelante, manteniendo la mente activa y joven el corazón.
En conclusión y como dice otro Proverbio bíblico: “La gloria de los jóvenes está en su fuerza, y el esplendor de los ancianos, en sus canas”
Por lo tanto, sigamos honrando a nuestros mayores y sus canas, llevándolos en nuestro corazón.
Quienes también merecen nuestro ánimo y apoyo son todos aquellos cuidadores que están al cargo de ancianos y enfermos. Para la próxima ocasión hablaremos de ellos y de su valiosa labor.
Mientras tanto, aprovechamos la ocasión para enviaros un cordial saludo y mucho ánimo “para llevar”.
¡Hasta dentro de dos semanas!